miércoles, 11 de julio de 2012

Voy a llamar al Séptimo de Caballería o ¿estaré equivocado?

 


Vale, tenemos un problema. Sí, tienes razón. Seguramente me voy a quedar calvo con este alarde deductivo. En cualquier caso, es lo que hay. No merece mucho tiempo dedicarse a analizar la simpleza de mi conclusión.

A mí me gustan las ideas (soluciones) que pueden ser aplicadas, por tanto vamos a ver cómo formulo la aplicación de mi idea para solucionar el problema. Esto, hoy, es fácil. Basta coger el teléfono y recurrir a Houston. Sí. Hay que comunicar a Houston que “Tenemos un problema”. Ya está, a esperar y listo. Mañana a otra cosa. ¿No te lo crees? Te lo explico. En Houston hay muy buenos profesionales, con unos medios impresionantes, con una experiencia brutal. Hay que reconocer, también, que vamos a tener que aflojar la billetera de manera importante. Pero son buenos, muy buenos. Desde Houston llevan tiempo solucionando problemas a grandes corporaciones y compañías. La nuestra, que es más pequeña pero igual de importante, es un juego de niños para Houston. Lo tenemos ahí, coger el teléfono y listo. Mi incipiente calvicie (derivada de mis enormes deducciones) me permite ser capaz de vislumbrar que nuestra billetera no admite mucho “meneo”. Tranquilo, Houston es comprensivo y seguramente tengan alguna sección con dedicación a casos como el nuestro. Hay que asumir un poco de “staffing” (véase El Efecto Riverside del Dr. Montgomery Lee) pero todo sea por encontrar la solución.
Como eres persona seria y cabal, has ido corriendo a buscar el libro. Has quemado tus pestañas en el “ebook” o en el formato papel de toda la vida (porque eres de los que te gusta lo clásico). En definitiva tus pelos se han puesto como escarpias y, definitivamente, acabas de desechar mi propuesta. No quieres ni Houston ni Houstan, al carajo la idea. Bueno, tú te lo pierdes.
Vista tú postura, voy a ver cómo te planteo alguna otra alternativa. Hoy tengo un algo especial, las ideas surgen sin esfuerzo. Ya está. Vamos a lo seguro, El Séptimo de Caballería. Sí, seguro que ahora esbozas una sonrisa. Esto te gusta. Tú disfrutabas, como yo, cuando el General Custer dirigía el Séptimo de Caballería y era la solución para los colonos del lejano oeste frente a los malvados indios. Estos sí que están curtidos en el cuerpo a cuerpo, no se andan con florituras. Sufren a nuestro lado, se embarran lo que haga falta, y demuestran una estoica fidelidad. Sí, no me he olvidado de la billetera. Tranquilo, son gente cercana. No nos van a pedir nada que no podamos pagar, incluso con facilidades de pago. Definitivamente, van a luchar con nosotros en nuestra particular Batalla de Little Big Horn. Ya puedes dormir tranquilo, nuestro problema tiene solución.
Despierta, no te duermas. Ahora un poco de historia real. Debido a la prisa que Custer tenía por llegar a “solucionar nuestro problema”, extenuó a “nuestro equipo”. A esta insensibilidad por “nuestro equipo” se sumó la imprudencia de no querer llevar consigo a la artillería. Por último, Custer cometió otro error más: dividir a “nuestro equipo” en dos. En lugar de ir de frente al problema, buscó los flancos (lo superficial). Soluciones, en definitiva, copiadas de otras batallas. Bajo estas circunstancias, la marcha del Séptimo de Caballería terminó en un desastre militar. El regimiento perdió la mayor parte de sus efectivos y fin. Nada que ver con la película “Murieron con las botas puestas”. Sí, yo también he tirado mis “indios y vaqueros” a la basura. Ya no quiero jugar con ellos. ¿Estaré equivocado?
Bueno después de farfullar un montón de improperios y cabrearse. Hay que seguir buscando la solución.
Mira, la solución está en nuestro equipo si:
1)      Los directivos son  capaces de trabajar en equipo y no individualmente.
2)      Los directivos tienen capacidades diferentes a las puestas en práctica en el pasado. Tienen que estar formados para el futuro.
3)      Los directivos no se están pegando de tortas en luchas intestinas sucesorias o para salvar su despacho.
4)      Los directivos son capaces de debatir y analizar opciones divergentes frente a conseguir acciones consensuadas y unánimes a toda costa.
             Y si nuestro equipo no es así, por cierto necesitamos un equipo (solos no vamos a ningún lado); hay que buscar a un profesional que nos diga y demuestre que:
Nuestro equipo es un conjunto de directivos individualistas,
sin formación adecuada, egoístas y alienados.
           
Luego pídele que:

1)      Trabaje con nosotros y no para nosotros.
2)      Nos enseñe, a ti y a nuestro equipo, como hace las cosas. Que no que nos de la solución sino que nos diga cómo ha llegado a ella.
3)      No se convierta en una sanguijuela que sistemáticamente se pega a la billetera aduciendo que tenemos muchos problemas.
Ahora, ya tienes la solución a nuestro problema. Solo hace falta que lo creas y lo pongas en práctica.
Por cierto, citando a Carlos Abadía Jordana, soy Consultor (con perdón).


Link sobre el post