lunes, 22 de octubre de 2012

Tienes un don natural, yo no ¡qué suerte la mía!





Hace unos días leía un muy interesante post, de Jorge Lago Cordero (al final tenéis el enlace del post), que contenía una teoría que yo suscribo: “… los manuales que Ikea distribuye con sus muebles en los países del norte de Europa son mucho más detallados que los que acompañan a los productos que venden en los países mediterráneos. Y creo que lo hacen porque en el norte no tienen la necesidad de creer que tienen un don natural para el bricolaje.”
Al igual que en esta teoría, ocurre lo mismo con la gestión empresarial. Todos, en un principio, creemos tener un don para opinar e impartir clases magistrales, diagnosticar, aconsejar y tomar decisiones. 

En el desarrollo de nuestra vida profesional hemos experimentado cómo estábamos de acuerdo con determinadas tomas decisiones y en otros casos las hemos criticado. Está claro, tenemos un don para certificar lo bueno y lo malo de las decisiones que toman otros (nuestras decisiones, al menos en un principio, siempre las consideramos perfectas). Nada novedoso ni especial en esta reflexión. Ahora bien, si para aceptar o rechazar la toma de una decisión hemos seguido un análisis metódico y estructurado; entonces estamos ante algo diferente. Reconocemos que no tenemos un don para la tomar las mejores decisiones y necesitamos un método y un proceso de análisis.
Si desgranamos este último comportamiento, tan diferente de lo habitual, nos encontramos con que, si bien no teníamos el anterior, tenemos otro don. Sabemos detectar cual es la metodología más adecuada y con mejor estructura que nos permite una valoración excelente para la toma de decisiones. En definitiva; tenemos un don para reconocer la aplicación perfecta, el mejor estudio, el proceso idóneo, … Pero si, en lugar de tener ese don, analizamos de manera que avaluamos las diferentes soluciones a escoger; entonces estamos ante algo diferente.
Llegado este momento, el resultado es que no tenemos ningún don. Pero esto no está bien. Tenemos que tener un don, el vecino tiene el suyo. Entonces empezamos a buscar hasta debajo de las piedras para encontrar algo en lo que aplicar ese don natural que seguro tenemos. Leemos, estudiamos, analizamos y finalmente nos desesperamos. Definitivamente no tenemos un don. ¿Por qué? La razón estriba en que cada vez que nos topamos con algo lo analizamos metódicamente y llegábamos a la conclusión de que era bueno (y por tanto su creador puede tener un don que nosotros no tenemos) o era basurilla del montón.
Hasta aquí, el resumen, es que hemos tomado decisiones adecuadas, hemos incrementado nuestro conocimiento sobre mejores prácticas pero hemos descubierto que no tenemos un don, quizás tú sí.
Yo no tengo un don para escribir esto, simplemente he leído el post de Jorge Lago Cordero (desconozco si él tiene un don, pero su post me gusta) y lo someto a mi análisis. Del análisis extraigo mis valoraciones, que evalúo en diferentes escenarios y sobre ellas escojo la que mejor evaluación me aporta.
¿Mi conclusión? Ni quiero tener un don ni voy a perder tiempo en buscarlo. Voy a seguir leyendo, estudiando y analizando para poder aportar más y mejor a aquellos clientes que, como yo, no tengan un don. A mí no me queda otro remedio que recurrir al trabajo y el esfuerzo para competir con el don natural que otros puedan tener.




El post que he analizado es el siguiente:
http://metodologiadiferente.wordpress.com/2012/10/15/la-formacion-en-gestion-de-proyectos-y-los-manuales-de-ikea/