jueves, 13 de diciembre de 2012

Este es tu momento, yo no puedo.




Tu empresa, tus proveedores, tus clientes e incluso tu competencia; necesitan tu ayuda.
Cuando digo tu empresa expreso algo evidente. Tienes la capacidad de ayudar en tu compañía y debes hacerlo. Tu puesto de trabajo, tus inversiones, etc. están en juego. Es obvio que puedes hacer algo. Ayúdala.

En el caso de tus proveedores corres el riesgo de omitirlos. Puedes pensar que si los actuales no satisfacen tus expectativas puedes recurrir a otros. Ya, pero esos otros también necesitarán tu ayuda y nunca cerrarás el círculo. Al final los problemas revertirán en ti. Ayúdales.
Los clientes, en un principio, te preocupan más. Son el origen de tus ventas. Y no olvidas, que también, son el origen de tus flujos de ingresos. Puedes buscar otros, pero (en caso de encontrarlos) también necesitarán tu ayuda. Ayúdales.
Ahora me queda la competencia. A esos no les vas ayudar. Ellos originan tus problemas de ventas, te quitan mercado. Yo en este punto, de entrada, te digo: “Ignorante de la vida”. Vamos a ver, en estos momentos, te encuentras explorando nuevos mercados y nuevos clientes. Recuerda que el primero que necesita ayuda eres tú. Colabora con tu competencia y establece los imprescindibles lazos para hacer fuerza común. No te voy a descubrir nada que los especialistas, en materia de alianzas, no hayan constatado ya. Solo necesitas revisar tu agudeza como cuando vas al oculista y te prescribe unas antiparras que te permiten ver cómo es todo el bosque que no ves. Ayuda, también, a tu competencia.
Vale, a pesar de que es posible que no te haya convencido, quizás compartas conmigo que alguno de los “necesitados” merezca tu ayuda. Menos es nada.
Bien, ¿cómo ayudarles? Me hubiera gustado poder ofrecerte mi ayuda, pero no puedo. Ahora estoy resolviendo mis propios problemas, aunque no quería dejar pasar más tiempo sin transmitirte lo que puedes hacer tú para ayudar.
Lo primero enseña dónde está la raíz de los problemas. Sí, en que no tienen una planificación adecuada. Sí, en que actúan por impulso. Sí, en que mientras taponan una herida descuidan la anterior. Sí, en que viven en el pasado (ojo el pasado es ayer, no más lejos). Sí, en que toman decisiones tarde. Sí, en que las decisiones tardías no las han podido evaluar y… Vuelven al primer “SÍ”. El ciclo sin fin se repite, repite y repite (no pasan más de tres intentos) hasta la ruina.
En este momento, tu “ayudado” va a entrar en cólera. De una manera u otra no le estas diciendo nada nuevo. Para él no pasa de ser una regañina. Pero insisto, tu trabajo empieza porque, a pesar de la crudeza, lo entienda. Nunca le pongas trapos calientes, se honesto con él.
Una vez que has hecho lo anterior, créeme es lo más difícil, estará en disposición de escucharte mejor. Se ha dado cuenta de que quieres ayudarle y le vas acompañar en el proceso. El proceso ¿cómo continúa? Te lo resumo, aunque intentaré poner a tu disposición el desarrollo completo si tienes la necesidad.
1º Dibuja la realidad de su estado, origen y aplicación de fondos.
a)      Identifícale, claramente, los orígenes deficitarios y las aplicaciones erróneas.
b)      Establece la relación entre los anteriores con su “estrategia”, con sus decisiones.
c)      Segrega aquellas que han dado resultados negativos y demuéstrale en que punto, exacto, se convirtieron en nocivas.
d)      Redefine y cambia, con él, la “estrategia” y las decisiones (la planificación será, ahora, adecuada).
2º Construye, con él, un modelo de análisis y toma de decisiones que le permita evaluar previamente las que vaya a tomar. El objetivo es que el dibujo anterior sea aceptable (eliminas el impulso).
a)      Es muy importante que revises, con él, sus procesos de análisis y lo que tiene en cuenta. Seguro que observas muchas cuestiones que no analiza.
b)      Establece, con él, las relaciones entre lo que ocurre, sus decisiones y sus repercusiones sobre toda la organización (esto son las heridas que se olvidan para tapar otras).
3º Evalúa, con él, cada proceso que hizo en el pasado. Evidencia, con él, aquellas cosas que hizo que ahora no funcionan como antes. Asegúrate de que entiende cómo hacerlo, mañana lo tendrá que hacer solo (dejará de vivir en el pasado).
4º Estructura, con él, su día a día. Explícale aquellas tareas que, sí o sí, han de hacerse sistemáticamente y que son imprescindibles para tener una adecuada información. Recuerda, es un buen profesional. Ante la evidencia, actúa y ahora lo hará mejor (ya no tomará decisiones tarde).
5º Asegúrate de que, “cinco minutos” antes de tomar las decisiones, evalúe las consecuencias en diferentes escenarios. Mínimo tres; el pésimo, el malo y el bueno. Con todos ellos, más aún con el pésimo, tiene que tener su plan de contingencias preparado. ¡Ojo! La decisión en el escenario pésimo tiene que garantizar la supervivencia. Nunca le permitas que se tire a un precipicio (ahora las decisiones son evaluadas).
Espero que tú sí seas capaz de ayudar en tu entorno. Esto es una cadena y, ahora que miras más allá, verás que todo ello redundará en tu propio beneficio. Sé que no te basta con sentirte bien ayudando al prójimo sin más. En esto eres como yo, no tenemos la capacidad de ayudar al de al lado por nada. Ya sabes yo, hoy, no puedo ayudar a nadie a cambio de algo (estoy enfrascado en lo propio). Espero que tú sí puedas hacerlo y si puedes obtener un beneficio mejor.