martes, 14 de mayo de 2013

Historias de PYMES de “andar por casa” capítulo III. La productividad.



Tienes una debilidad clave, falta de capacidad en tu empresa para generar crecimiento de la productividad. Como, en el fondo, eres consciente de ello; dedicas más recursos a tu compañía y lo que consigues es que la productividad caiga aún más.

De entrada, tu objetivo tiene que ser abordar este problema eliminando ideas preconcebidas. El primer paso es aceptar que tendrás que incorporar metodologías modernas basadas en hechos y evidencias. Con frecuencia te atrae más la posibilidad de conseguir tus objetivos frente al saber cómo se consigue el objetivo. Eso funcionaba antes del 2007, ya que te importaba muy poco cómo se conseguía ser una empresa que obtenía buenos resultados.
En tu compañía, unas veces tomas las decisiones de manera racional y analizada; pero ahora te guías por el impulso o simplemente por la necesidad de hacer algo que cambie tu cuenta de resultados. Esto, así descrito, te puede parecer una acusación gratuita y absurda; pero no deja de ser menos real.
Podría colocar bajo el análisis a varias empresas, directivos o empresarios de éxito para mostrarte los modelos de mejora de productividad que siguen estos grupos ideales. O, por otro lado, podría hablarte de las observaciones de nuevas estrategias de gestión que tienen las empresas que triunfarán en los próximos años. Prefiero mostrarte está última opción porque tienes que aprovechar nuevas formas de pensar.
Lo primero, la productividad como medida de eficacia es crucial para poder desarrollar y dar viabilidad a tu compañía. Dicho esto, pregúntate sin tú eres eficaz. ¿Por qué?; por qué de tu eficacia nace mi esperanza para que tu empresa sea productiva. Tu trabajo individual tiene que ser una actividad muy exigente y significativa para la empresa. Es más fácil que si te exiges un buen trabajo, podrás estar mejor preparado para las situaciones cambiantes que se producen cada día.
En ese momento, si consigues que eso se produzca en algún momento, tendrás que dedicarte a recopilar información sobre la productividad de tu compañía. No te vas a encontrar sorpresas agradables, y sobre todo, al ser tú el responsable de la empresa; el conocimiento resultará humillante. Así, y desde en un estado de “desnudez” en el que te encontrarás, hablarás con tu equipo y, desde la atalaya de tu nueva eficacia, tendrás razones para exigir la mejor información a partir de ese momento. ¿Entiendes, ahora, porqué tienes que ser eficaz? También tendrías que trabajar en tu integridad y tus capacidades ejecutivas; pero no quiero salirme del objetivo de hoy, la productividad.
Ahora vamos al eje de la cuestión. Tú ya estás pensando en cómo aumentar la productividad de ese producto o aquel. Vas bien, pero mi pregunta es: ¿estás considerando todos los aspectos que afectan a esa productividad? La respuesta es ¡No!
Te voy a describir una de las cuestiones que no estás considerando. Cuando emites la factura del producto a tu cliente puedes emitirla bien o mal. Si lo hicieras bien, ya te estoy anticipando que no lo haces bien, su tramitación interna sería sencilla. Como lo haces mal, te la devuelve el cliente con quien discutes los términos del error. Tras esto la rectificas, recontabilizas, remites la factura (otra vez), informas al departamento de cobros de su nueva fecha de vencimiento (el cliente ha aprovechado a colarte una ampliación del periodo de pago) y para colmo el auditor se para en esa factura para ver si hay “gato encerrado”. Es decir, toda una fuente de generación de improductividades y necesidades de recursos. Sí, de recursos. Te has visto en la necesidad de sobredimensionar tu departamento contable para cubrir estas, y otras, ineficiencias.
Si bien esto es así en demasiadas compañías, en tu empresa se da la paradoja de que tardas más en realizar el proceso anterior que el tiempo que dedicas a fabricar tu producto. Claro que esto viene a empeorar tu humillante situación.
Con toda seguridad he pasado por alto que eres una suerte de “Robin Hood” que procura puestos de trabajo extras porque conservas malos procesos productivos. En tu caso, no hay duda, lo mal hecho genera empleos. Pero, además, has convertido a tu empresa en fuente de inagotable de intervención de especialistas en procurarte soluciones para tu desaguisado.
Mira, a mí no me gusta replicarte con argumentos que (sí son seguidos) eviten que en el futuro vuelvas a ser improductivo. Esto es como decirte que la solución es que cierres la puerta del establo cuando tienes a una vaca corriendo por el monte. Lo eficaz y productivo, por mi parte, es decírtelo antes de que se escape la vaca.
Sin creerme ningún adivinador de tres al cuarto (ni serlo), ahora, estarás molesto o preocupado con lo que acabas de leer. En esta circunstancia estás dispuesto a hacer lo que tendrías que haber hecho antes para evitar el problema. Pues no lo hagas, no puedes eliminar todo aquello que afecta negativamente a tu productividad y vas a perder mucho dinero en el intento.
Siempre es difícil dar una buena respuesta a la sencilla pregunta: ¿Cómo mejoro mi productividad? Yo te acabo de ayudar a conocer dónde están algunos de tus problemas, pero lo más importante que deberías haber entendido es que tienes que saber cómo pensar en todos tus problemas de productividad.