lunes, 2 de septiembre de 2013

Sin ambición





Cuando considero la gestión empresarial desde una perspectiva humana, no sé si sería recomendable hacerlo de otro modo, tengo una sensación extraña. Muchos deseáis poner en marcha proyectos empresariales con celeridad, que después parecéis tener poco interés por mantener.

En los últimos años he leído de todo sobre la gestión empresarial. Cuando hago balance de aquellos aspectos que se han puesto en práctica, observo como hay uno de ellos que se ha hecho un importante hueco en las compañías. Particularmente, este aspecto lo resumo como el determinado porque las empresas, por mucho que se esfuercen en organizarse y pervivir, se desintegran y mueren con notable regularidad. Además, cuanto mayor es su complejidad (organizacional) más deprisa parecen desaparecer.
No quiero continuar sin recordarte que ese aspecto puedes evidenciarlo en demasiadas ocasiones, y por tanto, está siendo utilizado como patrón de base en las empresas sin darse cuenta a donde les lleva.
Cuando haces de tu compañía una organización que trata de pervivir bajo aquella premisa encuentro la razón por la cual una parte tan grande de la gestión empresarial carece de ambición y por tanto está abocada al fracaso.
Cuando las empresas se instalan en la pervivencia sin ambición, lo que sí es cierto es que ante algo audaz se produce todo un acontecimiento en ellas. El problema es que este acontecimiento, por poca cosa, instala el conformismo en las compañías. En este punto de la reflexión es cuando empresarios, directivos y demás gente, como tú, expresáis comentarios que marcan la preferencia en la pervivencia a pesar de ser conformistas. Luego cualquier competidor inteligente sabe cómo ocupar tu puesto.
El fracaso de una empresa significa siempre malas noticias para sus componentes, claro está, pero puede ser buena para una red empresarial dinámica. La alternativa al fracaso empresarial es el estancamiento; y sobre el estancamiento no encuentro que haya producido beneficios. Ahora voy a escribir algo en negrita y subrayado: El fracaso empresarial provocado por la imprudencia humana es otro asunto completamente distinto. Sobre eso ya he escrito otras veces aunque prometo volver a hacerlo pero ahora estoy refiriéndome a cosas diferentes.
Conozco muchas empresas que han fracasado y han situado a la crisis cómo la principal causa de ello. Pero a todas ellas siempre les he mostrado el ejemplo de “su vecino”; que no ha fracasado. En este sentido no parece satisfactorio limitarse a calificar, a los “supervivientes”, de afortunados y zanjar el asunto con eso. Es más, en estas circunstancias las hay que han prosperado de forma notoria y la diosa fortuna no ha intervenido en ningún caso. Quizás la ambición.
Hasta ahora te estoy diciendo: que quieres crear, o has creado, proyectos empresariales; que con tus proyectos no quieres ser mucho, o no has llegado a serlo; que tus proyectos han fracasado, o fracasarán. A estas tres cuestiones, añade una cuarta: la vida sigue. Como la vida sigue, tienes la oportunidad de llegar a tiempo para salvar tu proyecto empresarial o, en el peor de los casos, sabrás lo que tienes que hacer cuando se te vuelva a presentar la oportunidad de crear un proyecto empresarial.
Quien más quien menos ha escuchado alguna vez, de forma poética, que “el musgo en el bosque es la Estrella Polar en las noches oscuras” por aquello de que el musgo prefiere para crecer el lado norte de los árboles. Cuando das esto por hecho pienso en que no me gustaría estar a tus órdenes perdido en un bosque. Los que buscan la cara norte del árbol son los líquenes, al musgo no le importa crecer en un sitio u otro así que no sirven como brújulas naturales. Tal vez, como dijo Henry S. Conard; “puede que no haya ningún grupo de plantas que tenga tan pocos usos comerciales o económicos, como los musgos”. Como siempre te he dicho, tienes que huir de los métodos, consejos y demás que recomiendan “seguir la pista del musgo”. Como eres muy inteligente, te habrás dado cuenta que te estoy diciendo a quien no tienes que hacer caso y por deducción ya sabes que consejos seguir.
Siguiendo con esta vena naturalista que me ha salido te pongo un ejemplo para, que al menos, aumente tu cultura general. En 1859 Whitwell Elwin, director de la revista Quarterly Review, recibió un ejemplar de adelanto de un nuevo libro del naturalista Charles Darwin. Elwin lo leyó y reconoció su mérito pero pensó que como era demasiado especializado no atraería a un público amplio. Recomendó a Darwin escribir un libros sobre palomas porque eso sí interesaba. En 1859 se publicó el libro de Darwin titulado: On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Flavoured Races in the Struggle for Life. Se vendió al precio de 15 chelines y la primera edición de 1.250 ejemplares se vendió el primer día. Hoy se sigue vendiendo. Desde mi punto de vista, Darwin tuvo la suficiente ambición para mantener vivo lo que tanto le costó escribir y documentar.
No quiero continuar sin atender tus prejuicios relativos a que un proyecto empresarial puede no ser ambicioso y no fracasar. Mira, puede que, hayas creado o vayas a crear un proyecto empresarial con el único objetivo del autoempleo, y por ello lo caracterizas de poco ambicioso en tanto en cuanto no quieres hacerte rico. Con este razonamiento, ya sé que no eres un buen empresario. ¿Te parece poco ambicioso tener trabajo? Recuerda que, en estos momentos, uno de cada cuatro personas, que puede trabajar, no lo puede hacer. Esta es mucha proporción de gente que no tiene trabajo y, por tanto, engrosar las filas de las personas activas es, como poco, ambicioso.
Cuanto más examino las empresas y estudio los detalles de sus organizaciones, más pruebas hallo de que nuestra sociedad debe de haber sabido de algún modo que personas como tú estarían en ellas. Si no es así, estaríamos ya en una suerte de caos y anarquía; o ¿estamos así ya?
Hace unos días, un empresario me preguntaba sobre por qué me había decidido a publicar “Historias de Pymes, de andar por casa”. Mi respuesta fue escueta: “Por qué quería registrar en un libro hechos para que los empresarios se informen”. El empresario me espetó: “¿Tú crees que los empresarios no conocemos los hechos?”. Finalmente, yo le respondí: “Sí, los empresarios conocéis los hechos, pero no conoce esta versión de los hechos. Quizás ¿más real?”