El día comenzó como casi todos, el
despertador sonando a las seis y media. Una ducha, un café y salida para el
despacho. Antes de entrar, parada obligada en una cafetería cercana donde mi
saludo de buenos días era interpretado como: "un cortado y el
periódico". Ese día tocó prensa deportiva, mi favorita por otra parte. A
estas alturas del día, ya me había leído prensa económica y generalista en
abundancia gracias a los medios digitales. Es evidente que hay momentos durante
las labores de aseo para leer tranquilamente pero he omitido describirlo por
cuestiones escatológicas. También me había dado tiempo a escuchar, en el
coche, una parte de mi tertulia favorita en la emisora de radio habitual.
Eras las ocho menos cuarto y
entraba en el despacho con los "deberes" hechos. Parece baladí, pero
al trabajo hay que llegar con todo hecho, hay que evitar ineficiencias.
Dediqué unos minutos a hacer un
inventario visual y empírica sobre la correcta cantidad, calidad y disposición
de todos los medios con el fin de comprobar que no había ningún contratiempo.
Había llegado la hora, el momento de empezar.