Te has dado cuenta que en cada lectura que
haces sobre el Management, el autor, presupone que existe un texto anterior,
necesario, y en el que se formó el propio autor. De esto se puede concluir que
el Management no existió antes que el primer texto o que simplemente nunca
existió.
Yo defiendo que todos tenemos nuestros referentes
(textos anteriores), y en el Management; también. Puede ser que los referentes
en el mundo del Management empresarial sean aquellos a los que releemos y nunca
leemos. Además tienes que tener en cuenta que siempre quedaran textos por leer
y que son fundamentales. Normalmente son lecturas formativas en el sentido que
dan una forma a tu experiencia futura proporcionándote modelos, contenidos,
términos de comparación, esquemas de clasificación, valores y paradigmas. Todos
ellos siguen actuando aunque los hayas leído hace mucho tiempo, aunque poco o
nada apliques.
Ten en cuenta que esas lecturas no tienen
porque enseñarte algo que no supieras; a veces descubrirás en ellas algo que
sabías (o creído saber) pero no aplicas. También te puede ocurrir que te
interese mucho un referente en concreto, pero creo que debería inspirarte un
deseo de contradecirlo, criticarlo y discutir sus planteamientos. Puede
ocurrirte que cuando lees artículos u opiniones tengas la impresión de estar
viendo un viejo documental de guerra, o la enésima reposición de una película
pero valóralo.
A raíz de pensar en lecturas viene a mi
memoria el caso de un directivo que sin darse cuenta se había convertido en un
hipocondriaco. En el ansia de ejercer el Management más adecuado para su
compañía era conocedor (asiduo lector) de todas las tendencias, prácticas y también
de las torpezas de la actividad directiva. Como consecuencia de esas lecturas
había desarrollado una “capacidad” para reconocer que era poseedor de todos los
males que podían afectar a un directivo y su gestión.
En virtud de ese comportamiento, y como es
evidente, su compañía estaba inmersa en una profunda crisis. En el momento de
conocernos yo tenía que trabajar de una manera muy diferente a la habitual. No
tenía que demostrar la problemática en la organización empresarial de mi
cliente. Ahora tenía que hacer lo contrario, eliminar de su “botica” particular
todo lo que se estaba “tomando” de manera innecesaria y con efectos adversos.
Yo defiendo que los números dan precisión, y
por ello, considero que un argumento que utilice números reales me ofrece
credibilidad. Utilicé este planteamiento para eliminar las primeras “enfermedades”
en mi cliente. Todo aquello que no fuera sostenible con cifras reales no era
una “enfermedad”.
Después de este “tratamiento de choque”, lo
siguiente fue atacar a las supuestas “enfermedades” restantes con el filtro del
sentido común. Esto, incluso para ti, es
fácil de entender y aplicar. Todos los “medicamentos” que se estaba prescribiendo
debían tener su porqué (para mi cliente todos lo tenían). Pero además, y aquí
está el truco, deben ser aplicables (es decir, usa tu sentido común). ¿Cuantos
procesos existen en las empresas que son imposibles de aplicar tal y como están
descritos? Aquí, muchos de los “tratamientos” cayeron como fichas de dominó.
Por último, a las “medicinas supervivientes”,
había que hacerles la prueba del “nueve”.
Son las más complicadas de desmontar. Son las
medidas de talla única, las que valen independientemente del problema y del “paciente”.
Normalmente estas medidas se caracterizan porque son muy fáciles de aplicar.
Además, este tipo de soluciones, tienen un componente reactivo. Es decir, solo
prestan atención a evitar que se vuelvan a reproducir errores del pasado. Una
verdadera medida en el Management analiza porqué se cometió el error. Para
ahorrar en tu gasto de electricidad será más efectivo que analices porque no
apagas la luz cuando no hace falta en lugar de, solo, apagarla cuando te das
cuenta que la has dejado encendida de manera innecesaria.
Yo, como soy un referente experimentado en este
área, busco que las medidas sean claras, inequívocas, optimistas, factibles, aceptables,
radicales, precisas y solo las prescribo en caso de necesidad.
Tengo razón, … y Baltasar Gracián, también,
cuando decía: ”El mayor necio es el que no se considera necio pero juzga a los
demás. Para ser sabio no basta con parecer no creer serlo: sabe quien piensa
que no sabe; no ve quien no ve que los otros no ven. Aunque todo el mundo está
lleno de necios, no hay nadie que crea serlo, ni siquiera que lo sospeche.”
Ahora, como soy tu referente, tengo que
inspirar ti un deseo de contradecirme, criticarme y discutir mis planteamientos.