Tienes una debilidad clave, falta de capacidad
en tu empresa para generar crecimiento de la productividad. Como, en el fondo,
eres consciente de ello; dedicas más recursos a tu compañía y lo que consigues
es que la productividad caiga aún más.
De entrada, tu objetivo tiene que ser abordar
este problema eliminando ideas preconcebidas. El primer paso es aceptar que
tendrás que incorporar metodologías modernas basadas en hechos y evidencias. Con
frecuencia te atrae más la posibilidad de conseguir tus objetivos frente al
saber cómo se consigue el objetivo. Eso funcionaba antes del 2007, ya que te importaba
muy poco cómo se conseguía ser una empresa que obtenía buenos resultados.
En tu compañía, unas veces tomas las
decisiones de manera racional y analizada; pero ahora te guías por el impulso o
simplemente por la necesidad de hacer algo que cambie tu cuenta de resultados.
Esto, así descrito, te puede parecer una acusación gratuita y absurda; pero no
deja de ser menos real.
Podría colocar bajo el análisis a varias empresas,
directivos o empresarios de éxito para mostrarte los modelos de mejora de
productividad que siguen estos grupos ideales. O, por otro lado, podría
hablarte de las observaciones de nuevas estrategias de gestión que tienen las
empresas que triunfarán en los próximos años. Prefiero mostrarte está última
opción porque tienes que aprovechar nuevas formas de pensar.
Lo primero, la productividad como medida de
eficacia es crucial para poder desarrollar y dar viabilidad a tu compañía.
Dicho esto, pregúntate sin tú eres eficaz. ¿Por qué?; por qué de tu eficacia
nace mi esperanza para que tu empresa sea productiva. Tu trabajo individual
tiene que ser una actividad muy exigente y significativa para la empresa. Es
más fácil que si te exiges un buen trabajo, podrás estar mejor preparado para
las situaciones cambiantes que se producen cada día.
En ese momento, si consigues que eso se
produzca en algún momento, tendrás que dedicarte a recopilar información sobre
la productividad de tu compañía. No te vas a encontrar sorpresas agradables, y
sobre todo, al ser tú el responsable de la empresa; el conocimiento resultará
humillante. Así, y desde en un estado de “desnudez” en el que te encontrarás, hablarás
con tu equipo y, desde la atalaya de tu nueva eficacia, tendrás razones para
exigir la mejor información a partir de ese momento. ¿Entiendes, ahora, porqué
tienes que ser eficaz? También tendrías que trabajar en tu integridad y tus
capacidades ejecutivas; pero no quiero salirme del objetivo de hoy, la
productividad.
Ahora vamos al eje de la cuestión. Tú ya estás
pensando en cómo aumentar la productividad de ese producto o aquel. Vas bien,
pero mi pregunta es: ¿estás considerando todos los aspectos que afectan a esa productividad?
La respuesta es ¡No!
Te voy a describir una de las cuestiones que
no estás considerando. Cuando emites la factura del producto a tu cliente
puedes emitirla bien o mal. Si lo hicieras bien, ya te estoy anticipando que no
lo haces bien, su tramitación interna sería sencilla. Como lo haces mal, te la
devuelve el cliente con quien discutes los términos del error. Tras esto la
rectificas, recontabilizas, remites la factura (otra vez), informas al
departamento de cobros de su nueva fecha de vencimiento (el cliente ha
aprovechado a colarte una ampliación del periodo de pago) y para colmo el
auditor se para en esa factura para ver si hay “gato encerrado”. Es decir, toda
una fuente de generación de improductividades y necesidades de recursos. Sí, de
recursos. Te has visto en la necesidad de sobredimensionar tu departamento
contable para cubrir estas, y otras, ineficiencias.
Si bien esto es así en demasiadas compañías,
en tu empresa se da la paradoja de que tardas más en realizar el proceso
anterior que el tiempo que dedicas a fabricar tu producto. Claro que esto viene
a empeorar tu humillante situación.
Con toda seguridad he pasado por alto que eres
una suerte de “Robin Hood” que procura puestos de trabajo extras porque
conservas malos procesos productivos. En tu caso, no hay duda, lo mal hecho
genera empleos. Pero, además, has convertido a tu empresa en fuente de
inagotable de intervención de especialistas en procurarte soluciones para tu
desaguisado.
Mira, a mí no me gusta replicarte con argumentos
que (sí son seguidos) eviten que en el futuro vuelvas a ser improductivo. Esto
es como decirte que la solución es que cierres la puerta del establo cuando
tienes a una vaca corriendo por el monte. Lo eficaz y productivo, por mi parte,
es decírtelo antes de que se escape la vaca.
Sin creerme ningún adivinador de tres al
cuarto (ni serlo), ahora, estarás molesto o preocupado con lo que acabas de
leer. En esta circunstancia estás dispuesto a hacer lo que tendrías que haber
hecho antes para evitar el problema. Pues no lo hagas, no puedes eliminar todo
aquello que afecta negativamente a tu productividad y vas a perder mucho dinero
en el intento.
Siempre es difícil dar una buena respuesta a
la sencilla pregunta: ¿Cómo mejoro mi productividad? Yo te acabo de ayudar a
conocer dónde están algunos de tus problemas, pero lo más importante que
deberías haber entendido es que tienes que saber cómo pensar en todos tus
problemas de productividad.