¡No me puedo ir, ni de
vacaciones! Escuchando esta frase puedo pensar en varios motivos que llevarían
a un directivo a pronunciarla. Cualquiera de ellos pueden ser por sí mismos la
causa de sorpresa cuando ese directivo se reincorpora a su trabajo después de
unas inmerecidas vacaciones. Un buen directivo, esto es, que sabe lo que tiene
entre las manos y lo gestiona bien; debería manifestar ¡Estoy pensando en irme,
otra vez, de vacaciones!