Según algunos de vosotros, tengo que retomar
la línea incisiva, irónica y punzante a la hora de poner de manifiesto las
debilidades que veo en la gestión empresarial. He releído mis últimos escritos (no
tengo esa costumbre para así evitar la tentación de retocar alguno de ellos) analizando
cómo me he alejado de “la línea más demandada”. Tengo que confesar que tenéis
razón.
Para retomar ese carácter, que tanto me gusta,
he recurrido a releer a un gran
inconformista y devoto del mayor rigor que me inspira en este sentido. El autor
es Erik Satie (en la edición de Ornella Volta de los “Cuadernos de un mamífero”).
Sí, busca un poco en la red porque esto es cultura con mayúsculas y puede
venirte un poco grande. Es posible que creas que me he vuelto un poco loco,
pero si tienes un poco de paciencia te demostraré como un compositor musical evidencia
conceptos que, tú, deberías aplicar en tu empresa.
Para empezar te transcribo una, de las muchas,
genialidades de Satie.
“El
hombre es un amasijo de huesos y carne.
Este
amasijo está movido por un aparato llamado cerebro.
El
cerebro está colocado en una cavidad llamada craneana.
Está
cavidad está desprovista de toda apertura a la vista.
Ahí
el cerebro no ve nada, no oye nada de lo que pasa a su alrededor, aislado como
está del resto del mundo.
Por
eso, el hombre actúa con esa encantadora inconsciencia tan conocida por el
observador, inconsciencia que le caracteriza y le personaliza, me atrevería a
decir.”
Tú que eres el “cerebro” de tu empresa,
tendrás que reconocer que no oyes nada de lo que pasa a tu alrededor. ¿Por qué?
Ya te lo dice Satie, estás aislado.
Alguien tiene que entrar en tu despacho subir las persianas, airearlo y
mostrarte aquello que no estás teniendo en cuenta. La gestión empresarial es mucho
más de lo que, ahora, estás haciendo.
Claro que si pudieras replicarme, con otra
genialidad de Satie, podrías decirme:
“Si
tomas el hábito de comportarte,
llegarás
tal vez a ser mariscal.
Y a
saber si una bala no se te llevará la cabeza.
¡Es
lo que conviene a un chico!
Serás
un inválido de cabeza de madera.
Por tanto preferirías (entendiendo comportarse
como hacerme caso), y dicho con menos elegancia que Satie, ser cabeza de ratón
que cola de león y mantener tu empresa justo dónde está. Así mantienes lo que
crees dominado y conocido antes que correr el riesgo de ser “un inválido de
cabeza de madera”.
Pero, en mi opinión, tú eres de los que se encuentra
(por ejemplo) en un picnic y mientras comentas sobre la comida y vestimenta que
cada asistente lleva, escuchas una ruido que viene del cielo y, con tu avidez
habitual, dices: “ahí viene un avión”. Pues no, hombre, es un temporal que va a
arruinar tu picnic (esto está inspirado en Satie, también). No consideras, de
manera habitual, todas ni las más adecuadas posibilidades.
Una anécdota cuenta que Satie iba los domingos
por la tarde a casa de Debussy y éste, hablando de las composiciones de Satie,
le sugirió que cambiara algo de su música. Satie, curioso, le preguntó qué
sería conveniente cambiar, a lo que Debussy, sin saber bien qué decir, indicó
"No sé, la forma por ejemplo". Se cuenta que en los dos domingos
siguientes Satie no apareció por la casa de Debussy, por lo que éste,
conociendo la susceptibilidad de Satie, pensó que se habría enfadado. El hecho
fue que el domingo siguiente Satie apareció por la casa de Debussy y le tocó siete
piezas. Al indicarle el título "Trois morceaux en form de poire"
(tres piezas en forma de pera), Debussy se extrañó y le preguntó por el motivo
de tan estrafalario título. "Como me habías dicho que cambiara la forma,
las he hecho en forma de pera" fue la respuesta de Satie.
Por tanto, también, es posible que seas como
Debussy cuando Satie le llevaba composiciones. Quizás, yo, tendría que titular
mis escritos en “forma de pera” porque tienes demasiados prejuicios e ideas
preconcebidas y pierdes oportunidades.
Yo, personalmente, no llego a apuntar
semejante genialidad pero reconozco que la solución fue genial. Tú, no aceptas
cuestiones que se salgan de lo que entiendes como “formal”. En la música; formal
es la grafía de la música gregoriana, formal es la utilizada por Satie como
también son formales los juegos gráfico-musicales del español Jesús Villa Rojo
(“Jesús Villa Rojo La Lógica del Discurso” de Noelia Ordiz). Todas son formales,
y diferentes, pero tienen su correspondiente indicación, uso y disfrute.
Formal es la ley de la oferta y demanda, la
estructura de tus estados contables y los registros del sistema de calidad en
tu empresa. La cuestión es si aceptas, o no, formalidades que por tu “incultura”
desconoces y empiezas a considerar las opciones que para tu empresa sean más
adecuadas.
Aun así, y como harás lo que te venga en gana,
te recuerdo que: “… Todo incumplimiento
de esta observación levantará mi justa indignación contra el petulante.”
(Erik Satie).