Cuando considero la
gestión empresarial desde una perspectiva humana, no sé si sería recomendable
hacerlo de otro modo, tengo una sensación extraña. Muchos deseáis poner en
marcha proyectos empresariales con celeridad, que después parecéis tener poco interés
por mantener.
En los últimos años he
leído de todo sobre la gestión empresarial. Cuando hago balance de aquellos
aspectos que se han puesto en práctica, observo como hay uno de ellos que se ha
hecho un importante hueco en las compañías. Particularmente, este aspecto lo
resumo como el determinado porque las empresas, por mucho que se esfuercen en
organizarse y pervivir, se desintegran y mueren con notable regularidad.
Además, cuanto mayor es su complejidad (organizacional) más deprisa parecen
desaparecer.
No quiero continuar sin
recordarte que ese aspecto puedes evidenciarlo en demasiadas ocasiones, y por
tanto, está siendo utilizado como patrón de base en las empresas sin darse
cuenta a donde les lleva.
Cuando haces de tu
compañía una organización que trata de pervivir bajo aquella premisa encuentro
la razón por la cual una parte tan grande de la gestión empresarial carece de
ambición y por tanto está abocada al fracaso.
Cuando las empresas se
instalan en la pervivencia sin ambición, lo que sí es cierto es que ante algo
audaz se produce todo un acontecimiento en ellas. El problema es que este
acontecimiento, por poca cosa, instala el conformismo en las compañías. En este
punto de la reflexión es cuando empresarios, directivos y demás gente, como tú,
expresáis comentarios que marcan la preferencia en la pervivencia a pesar de
ser conformistas. Luego cualquier competidor inteligente sabe cómo ocupar tu
puesto.
El fracaso de una empresa
significa siempre malas noticias para sus componentes, claro está, pero puede
ser buena para una red empresarial dinámica. La alternativa al fracaso
empresarial es el estancamiento; y sobre el estancamiento no encuentro que haya
producido beneficios. Ahora voy a escribir algo en negrita y subrayado: El fracaso empresarial provocado por la
imprudencia humana es otro asunto completamente distinto. Sobre eso ya
he escrito otras veces aunque prometo volver a hacerlo pero ahora estoy refiriéndome
a cosas diferentes.
Conozco muchas empresas
que han fracasado y han situado a la crisis cómo la principal causa de ello.
Pero a todas ellas siempre les he mostrado el ejemplo de “su vecino”; que no ha
fracasado. En este sentido no parece satisfactorio limitarse a calificar, a los
“supervivientes”, de afortunados y zanjar el asunto con eso. Es más, en estas
circunstancias las hay que han prosperado de forma notoria y la diosa fortuna
no ha intervenido en ningún caso. Quizás la ambición.
Hasta ahora te estoy
diciendo: que quieres crear, o has creado, proyectos empresariales; que con tus
proyectos no quieres ser mucho, o no has llegado a serlo; que tus proyectos han
fracasado, o fracasarán. A estas tres cuestiones, añade una cuarta: la vida
sigue. Como la vida sigue, tienes la oportunidad de llegar a tiempo para salvar
tu proyecto empresarial o, en el peor de los casos, sabrás lo que tienes que
hacer cuando se te vuelva a presentar la oportunidad de crear un proyecto
empresarial.
Quien más quien menos ha
escuchado alguna vez, de forma poética, que “el musgo en el bosque es la Estrella
Polar en las noches oscuras” por aquello de que el musgo prefiere para crecer
el lado norte de los árboles. Cuando das esto por hecho pienso en que no me
gustaría estar a tus órdenes perdido en un bosque. Los que buscan la cara norte
del árbol son los líquenes, al musgo no le importa crecer en un sitio u otro
así que no sirven como brújulas naturales. Tal vez, como dijo Henry S. Conard; “puede
que no haya ningún grupo de plantas que tenga tan pocos usos comerciales o
económicos, como los musgos”. Como siempre te he dicho, tienes que huir de los
métodos, consejos y demás que recomiendan “seguir la pista del musgo”. Como
eres muy inteligente, te habrás dado cuenta que te estoy diciendo a quien no
tienes que hacer caso y por deducción ya sabes que consejos seguir.
Siguiendo con esta vena
naturalista que me ha salido te pongo un ejemplo para, que al menos, aumente tu
cultura general. En 1859 Whitwell Elwin, director de la revista Quarterly
Review, recibió un ejemplar de adelanto de un nuevo libro del naturalista
Charles Darwin. Elwin lo leyó y reconoció su mérito pero pensó que como era
demasiado especializado no atraería a un público amplio. Recomendó a Darwin
escribir un libros sobre palomas porque eso sí interesaba. En
1859 se publicó el libro de Darwin titulado: On the Origin of Species by Means
of Natural Selection, or the Preservation of Flavoured Races in the Struggle
for Life. Se vendió al
precio de 15 chelines y la primera edición de 1.250 ejemplares se vendió el
primer día. Hoy se sigue vendiendo. Desde mi punto de vista, Darwin tuvo la
suficiente ambición para mantener vivo lo que tanto le costó escribir y
documentar.
No quiero continuar sin
atender tus prejuicios relativos a que un proyecto empresarial puede no ser ambicioso
y no fracasar. Mira, puede que, hayas creado o vayas a crear un proyecto
empresarial con el único objetivo del autoempleo, y por ello lo caracterizas de
poco ambicioso en tanto en cuanto no quieres hacerte rico. Con este
razonamiento, ya sé que no eres un buen empresario. ¿Te parece poco ambicioso
tener trabajo? Recuerda que, en estos momentos, uno de cada cuatro personas, que
puede trabajar, no lo puede hacer. Esta es mucha proporción de gente que no
tiene trabajo y, por tanto, engrosar las filas de las personas activas es, como
poco, ambicioso.
Cuanto más examino las
empresas y estudio los detalles de sus organizaciones, más pruebas hallo de que
nuestra sociedad debe de haber sabido de algún modo que personas como tú estarían
en ellas. Si no es así, estaríamos ya en una suerte de caos y anarquía; o ¿estamos
así ya?
Hace unos días, un
empresario me preguntaba sobre por qué me había decidido a publicar “Historias
de Pymes, de andar por casa”. Mi respuesta fue escueta: “Por qué quería
registrar en un libro hechos para que los empresarios se informen”. El
empresario me espetó: “¿Tú crees que los empresarios no conocemos los hechos?”.
Finalmente, yo le respondí: “Sí, los empresarios conocéis los hechos, pero no
conoce esta versión de los hechos. Quizás ¿más real?”